Santuarios sintoístas, veinte años de antigüedad

Fig. 1. Maqueta del templo original de Izumo Taisha

Antes de la llegada del Budismo desde el continente asiático, la religión autóctona de Japón era el Sintoísmo, que otorga carácter sagrado a la Naturaleza y en concreto a determinadas montañas, rocas, ríos, árboles, etc. a través de los que se materializaria la presencia de los dioses (kami) o que servirían de vehículos para su acceso. No es de extrañar por lo tanto que los lugares elegidos para construir sus santuarios fuesen esos mismos parajes naturales considerados sagrados.
De ellos, los dos más importantes, lugares de peregrinación devota para muchos locales, que acuden en familia, o acompañando a sus mayores ancianos o allegados enfermos, son Isejingu e Izumo Taisha.
Situados en entornos naturales privilegiados, en el seno de bosques milenarios de árboles autóctonos de gran porte, que imbuyen todo el escenario de una gran solemnidad, con abundante presencia de agua, que delimita en cierta forma los ámbitos sacros y a la que se otorga también un carácter sagrado y purificador asociado a rituales de ablución previos al acceso a los santuarios (fig. 2).

Fig. 2. Abluciones en el río junto a Naiku, Isejingu, Ise

El itinerario de acceso a los mismos discurre por largos paseos flanqueados de los altos árboles existentes, a través de porticos (torii) que anuncian la proximidad del santuario y significan la sacralidad del entorno.

Los santuarios propiamente dichos consisten en un recinto principal y otros templos menores dedicados a deidades secundarias o a usos auxiliares como la custodia de diversos objetos rituales, situados en torno al recinto principal sin un orden concreto sino atendiendo más bien a consideraciones topográficas, de carácter sagrado o de orientación (fig. 3).

Fig. 3. Templos secundarios en Naiku, Isejingu, Ise

El recinto principal se encuentra a su vez delimitado por una serie de vallas o cercas perimetrales que suponen diversos grados de sacralidad asociados a las diferentes posibilidades de acceso (figs. 4 y 5). Así, el público general no puede acceder a los últimos de estos recintos, reservados en fechas señaladas a los sacerdotes y a miembros de la familia imperial, y ofrecen su donativo o hacen sus peticiones desde el pórtico de acceso del primer recinto no accesible, a través de una cortina que deja traslucir veladamente el santuario principal (figs. 6 y 7).

Fig. 4. Maqueta del recinto principal de Izumo Taisha

Fig. 5. Recinto principal de Gaku, Isejingu, Ise

Fig. 6. Recinto principal de Naiku, Isejingu, Ise

Fig. 7. Vista velada del templo central de Naiku, Isejingu, Ise

En todos los casos, con las diferencias de escala corrrespondientes a su importancia, se trata de una suerte de cabañas de geometría elemental y factura rústica, elaboradas a partir de materiales locales naturales tales como madera y caña, lo que no impide que su carácter sea de una gran monumentalidad y solemnidad. Los recintos sagrados se significan, además de mediante los pórticos y vallas comentados, con lechos de grava blanca o gris, que bajo la sombra cambiante de los árboles adquieren una vibración muy especial, y que seguirán utilizándose extensamente en arquitecturas de periodos posteriores tanto de tipo religioso como civil (fig. 8).

Fig. 8. Recinto principal de Naiku, Isejingu, Ise

Uno de los ritos más cautivadores y más extraños a la mentalidad occidental consiste en la tradición de reconstruir por completo los santuarios cada veinte años en un solar adyacente al del santuario existente (figs. 9 y 10), desmontándolo por completo y reutilizando sus elementos en otros santuarios de todo el país. Esta práctica, que viene realizándose desde siempre y alcanzará en Isejingu en 2013 su 61 vez, se acompaña de toda una serie de rituales asociados a la producción de la madera, su transporte a través de vias fluviales, su preparación y la construcción de los edificios empleando metodos tradicionales (figs. 11 y 12).

Fig. 9. Solar vacío contiguo al recinto principal en Geku, Isejingu, Ise

Fig. 10. Solar vacío contiguo a uno de los templos secundarios de Naiku, Isejingu, Ise

Fig. 11. Templo secundario recién construido en Naiku, Isejingu, Ise

Fig. 12. Templo secundario recién construido en Naiku, Isejingu, Ise

Así, frente a la mentalidad occidental que valora lo auténtico en tanto que resto o reminiscencia del pasado, esta práctica está en la base de una mentalidad específicamente japonesa, que considera la autenticidad o el valor de un determinado objeto, atendiendo a la calidad de su proceso de producción o su fidelidad a determinados modelos de producción, y debe ser considerado a la hora de entender su particular manera de producir objetos, arquitecturas o ciudades.

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