Como se comenta en los apartados Arquitectura Clásica China y Simbología en la Arquitectura China, desde la antiguedad la civilización china ha otorgado un fuerte carácter mágico o sagrado a la naturaleza. En un territorio predominantemente plano como es la llanura central cuna de la civilización china, con una economía fundamentalmente agraria muy dependiente de los fenómenos meteorológicos y de los astros, es comprensible que de todos los elementos naturales simpre se haya dado una especial relevancia a la montaña como elemento mediador entre la llanura y el cielo, entre el ámbito de lo humano y el de lo divino, y como tal haya sido objeto de adoración y lugar de peregrinaje, ofrenda y sacrificio ritual.
Las montañas han sido además el lugar privilegiado de retiro, ejercicio espiritual o inspiración de toda una serie de sabios, ermitaños, alquimistas e iluminados, vinculados particularmente a las creencias taoístas y confucianas, o de simples artistas y visionarios. También el Budismo se ha asociado desde su origen a los enclaves montañosos, como demuestra el hecho de que las primeras manifestaciones budistas en China, en el contexto de la Ruta de la Seda que lo trajo desde la India, lo hicieran en forma de tallas en grutas y cuevas (fig. 1), de las que las de Yungang, Longmen o Leshan serían las realizaciones mas significativas.
Fig. 1. Tallas budistas en la roca natural en el entorno de Lingyin, alrededores de Hangzhou
De la infinidad de montes y montañas que fueron albergando contenidos mágico-sagrados, se fueron decantando a lo largo de la historia cinco montañas principales asociadas a los cuatro puntos cardinales y al centro, y con relaciones con otros mitos antiguos de formación del cosmos como el de Pangu. De las cinco, a pesar de no ser la más alta, ni la central, el Taishan (Monte Tai) ha ostentado siempre la primera posición, y como tal, han ascendido hasta los 1.545 metros de altitud de su cumbre (fig. 2) multitud de gente común (fig. 3), así como numerosos hombres ilustres y una docena de emperadores, que patrocinaron su culturización y contribuyeron a su popularidad. De esta manera, a lo largo de los siglos, la montaña ha ido albergando todo tipo de enclaves, templos, ermitas, pabellones, pórticos, estelas e inscripciones (fig. 4), tanto de carácter religioso, como político, conmemorativo o artístico, a lo largo de un camino perfectamente pavimentado que se dice cuenta con 6.666 escalones (fig. 5). Incluso en la actualidad la montaña sigue incorporando nuevas infraestructuras y servicios de transporte que facilitan el acceso a la cima (6).
Fig. 2. Cumbre del Taishan, alrededores de Tai'an
Fig. 3. Acceso al Taishan, alrededores de Tai'an
Fig. 4. Inscripciones en el Taishan, alrededores de Tai'an
Fig. 5. Ascenso al Taishan, alrededores de Tai'an
Fig. 6. Teleférico de acceso a la cumbre del Taishan, alrededores de Tai'an
Esta práctica pone de manifiesto una característica específicamente oriental, que he señalado en otros apartados, como es el sincretismo de elementos diversos, tanto de unas religiones o creencias con otras, como de lo culto con lo popular, lo sagrado con lo profano o lo deportivo con lo solemne (fig. 7). Así, el Taishan alberga elementos aparentemente tan diversos desde la mentalidad occidental como enclaves de las tres creencias básicas chinas (el Taoísmo, el Confucionismo y el Budismo), estelas conmemorativas de ofrendas de emperadores, inscripciones en la roca viva de personalidades del mundo de la cultura o terrazas para la contemplación de la salida o la puesta del sol.
Fig. 7. Cintas colgadas en árboles en el ascenso al Taishan, alrededores de Tai'an
También pueden verse influencias mutuas evidentes de este fenómeno con otras manifestaciones de la cultura china, como la utilización recurrente de paisajes de montañas y ermitaños como temas de la poesía o la pintura clásicas, el gusto por las rocallas en los jardines, la incorporación de estelas (fig. 8) o árboles centenarios (figs. 9 y 10) en entornos arquitectónicos, o de rótulos y caligrafías en composiciones pictóricas, arquitecturas y jardines.
Fig. 8. Pabellón con estelas conmemorativas en el Templo de Confucio, Qufu
Fig. 9. Árboles centenarios en el entorno del Altar de la Tierra y el Grano, Beijing
Fig. 10. Árboles centenarios en el Templo de Confucio, Beijing
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