"Baolis", agua fresca (y sagrada)
Fig. 1. Baoli de la Reina (Rani Ki Vav), Patan
Los pozos escalonados o baolis son un tipo de construcción típica de la región de Gujarat en la India, de los que se conservan un centenar, consistente en un pozo para la toma de agua del subsuelo, al que se accede a través de una larga escalinata subterránea (figs. 2, 3, 4 y 5), que va generando distintos niveles bajo rasante, con galerías porticadas intermedias que actúan como contrafuertes ante el empuje del terreno (figs. 6 y 7).
Fig. 2. Acceso al Baoli de la Reina (Rani Ki Vav), Patan
Figs. 3, 4 y 5. Acceso al Baoli de Dada Harir, Ahmedabad
Fig. 6. Galerías intermedias en Baoli de la Reina (Rani Ki Vav), Patan
Fig. 7. Galerías intermedias en Baoli de Dada Harir, Ahmedabad
Además del pozo, al que se puede acceder a través de la escalinata desde el nivel más profundo (figs. 8 y 9), o desde la superficie (fig. 10), se dispone una piscina o cisterna contigua (fig. 11), en la que se vierte el agua del pozo para hacerla más accesible.
Figs. 8 y 9. Pozo en Baoli de Dada Harir, Ahmedabad
Fig. 10. Pozo en Baoli de la Reina (Rani Ki Vav), Patan
Fig. 11. Cisterna en Baoli de Dada Harir, Ahmedabad
Si bien la función principal de estas construcciones, como ha debido de quedar claro, era proporcionar agua para el uso humano, también servían como albergues de peregrinos y viajeros, y lugares de encuentro social, y se cree que podrían además estar asociados a rituales religiosos de purificación mediante el baño, habituales en la India, tanto en el contexto de templos, como es el caso del de Surya en Modhera, como en el de ríos sagrados como el Ganges.
De estos baolis el más imponente es el de la Reina (Rani Vav) en Patan (fig. 1), que cuenta con siete niveles subterráneos y una rica decoración religiosa (figs. 12 y 13), lo que corrobora la hipótesis de su función ritual.
Figs. 12 y 13. Decoración religiosa en el Baoli de la Reina (Rani Ki Vav), Patan
Estas construcciones, de origen hindú, siguieron construyéndose con pocas variaciones tras la conquista musulmana. Entre ellas, destaca la de Dada Harir en Ahmedabad, que si bien omite la decoración religiosa de los primeros, por tratarse de una construcción islámica, sigue cumpliendo una función ritual, al formar parte de un conjunto mayor que integra una mezquita y un mausoleo. Parece lógico por la tanto que sirviese a la ablución ritual previa a la oración habitual en el Islam.
Los baolis tienen su razón de ser en el cálido y seco clima de la India, proporcionando un entorno fresco y sombrío para la conservación del agua, su uso y disfrute y el encuentro social. Por este motivo, la escalinata se orienta hacia el este buscando la mayor exposición a la luz del amanecer, mientras el pozo lo hace hacia el oeste, consiguiendo el máximo de protección solar el resto de las horas del día, a lo que contribuirían las galerías transversales intermedias comentadas.
Hinduista y jainista, arquitectura sumatoria
Los templos hinduistas y jainistas consisten básicamente en una serie de cuerpos de planta cruciforme yuxtapuestos en un eje de orientación habitual este-oeste, que responden al rito fundamental de aproximación progresiva del fiel desde el exterior al santuario interior y la adoración de la divinidad principal que éste alberga (fig. 1).
Fig. 1. Tirthankara en garbhagriha de templo jainista, conjunto oriental, Khajuraho
A partir de este esquema básico, el templo puede consistir simplemente en el santuario (garbhagriha), con la eventual existencia de un pórtico o porche previo (ardhamandapa) (fig. 2), o en un sinnúmero de salas intermedias (antarala, mandapa), previas (nrityamandapa, sabhamandapa), deambulatorios (pradakshinapatha), así como otros santuarios secundarios, galerías perimetrales, columnas conmemorativas, esculturas exentas, etc. que complejizan su funcionamiento respetando la organización básica comentada.
Fig. 2. Templo hinduista, conjunto occidental, Khajuraho
Un ejemplo temprano de templo hindú, antes de que el estilo evolucionara hasta los extremos formales y decorativos posteriores, es el denominado Templo nº 17 de Sanchi (fig. 3), que consiste simplemente en un santuario y un pórtico previo, de factura más cercana a las arquitecturas occidentales con las que existe una probable vinculación.
Fig. 3. Templo nº 17, Sanchi
Frente a las religiones occidentales en las que los ritos principales tienden a congregar a un gran número de fieles, para lo que se requieren espacios de mayor dimensión, tales como los de las iglesias, mezquitas o sinagogas, en el caso del Hinduismo y el Jainismo el rito fundamental de adoración y ofrenda en los templos tiende a realizarse de forma individual, lo que se corresponde con la menor escala de estas arquitecturas.
Por otro lado, la organización en serie comentada responde a la importancia otorgada al contacto visual del fiel con la imagen de la divinidad (darshana) así como a la progresión desde el espacio exterior profano hasta el santuario interior sagrado, lo que se materializa en una transición desde espacios más abiertos y luminosos a otros más cerrados y oscuros, y en la que el espacio previo al garbhagriha adquiere una especial intensidad y soporta un tratamiento decorativo más importante (fig. 4).
Fig. 4. Pórtico de garbhagriha en templo hinduista, conjunto occidental, Khajuraho
Esta importancia de la progresión entre espacios se evidencia en el uso de piezas de pavimento especiales en el acceso a ciertas salas (fig. 5), que a su vez alcanza su máxima expresión en el acceso al garbhagriha (fig. 6).
Fig. 5. Pieza de pavimento especial en acceso a templo hinduista, conjunto occidental, Khajuraho
Fig. 6. Pórtico de acceso a garbhagriha en templo hinduista, conjunto occidental, Khajuraho
Cada uno de los cuerpos comentados se resuelve con cierta independencia formal con respecto a los contiguos acusando lo que, desde una perspectiva occidental, podría calificarse de falta de articulación formal o torpeza en la resolución de los encuentros (fig. 7).
Fig. 7. Encuentro entre cuerpos contiguos en templo hinduista, conjunto occidental, Khajuraho
Se combinan además elementos formales de distinto carácter: unos con mayor grado de abstración o codificación arquitectónica, tales como pilares, dinteles, balcones, etc. con otros de mayor figuración tales como decoraciones más o menos explícitas con simbolismos asociados a las cosmologías y mitologías correspondientes, y cuya articulación mutua vuelve a adolecer de una cierta torpeza compositiva.
En todo el simbolismo utilizado juega un papel fundamental el de la montaña, lugar considerado sagrado en tanto que residencia de los dioses (Monte Meru, Monte Kailasa), dando incluso nombre a estas estructuras (sikhara, cumbre) y afectando tanto a la cubrición exterior de las salas principales (particularmente la garbhagriha) como a su interior, simbolizando en este caso la cueva natural, lugar de adoración en los orígenes de la religión.
De hecho la emulación de la Naturaleza podría muy bien haber provocado la sección variable de estas sikharas, lo que en todo caso produce, al observarse en escorzo, una suerte de trompe l'oeil en el que la cumbre parece más lejana o incluso inalcanzable (fig. 8).
Fig. 8. Sikhara en templo jainista, conjunto oriental, Khajuraho
Otra posibilidad es que estas coronaciones tomen la forma de una pirámide compuesta por varios niveles decrecientes (fig. 9), lo que vuelve a asociarse a significados religiosos, en este caso, los distintos niveles de la existencia.
Fig. 9. Sikhara en templo hinduista, conjunto oriental, Khajuraho
La misma falta de articulación comentada afecta a la relación entre el espacio interior y el exterior, lo que se pone de manifiesto especialmente en la sección vertical y lo que se corresponde además con un menor dominio de la técnica constructiva en relación con las arquitecturas occidentales coetáneas.
En algunos casos, puede disponerse frente al santuario principal una sala hipóstila o pabellón de asambleas como lugar privilegiado de observación del santuario (figs. 10 y 11), en línea con la entrada de los rayos del sol naciente en los equinocios, lo que justifica la orientación este-oeste comentada, y que suele albergar una escultura de Nandi (fig. 12), toro sagrado sobre el que cabalga el dios Shiva, un tema frecuente en la cultura hindú desde sus orígenes.
Figs. 10 y 11. Templo hinduista de Visvanatha, conjunto occidental, Khajuraho
Fig. 12. Nandi, toro sagrado, en el Templo hinduista de Visvanatha, conjunto occidental, Khajuraho
Esta configuración se enfatiza aún más en el caso del Templo de Surya (Dios Sol) en Modhera (fig. 13), en el que además de las salas comentadas, se dispone una piscina escalonada previa al templo (fig. 14) que refleja los rayos del sol naciente además de servir a otros ritos de purificación mediante el baño en agua sagrada, de los que se encuentran numerosas manifestaciones en toda la India, como son los pozos escalonados (baolis) de la región de Gujarat o los ghats en el Ganges a su paso por la ciudad de Benarés, estructuras con las que estas piscinas guardan muchas semajanzas.
Fig. 13. Templo de Surya, Modhera
Fig. 14. Piscina escalonada en el Templo de Surya, Modhera
Del mismo modo que el esquema básico comentado al inicio se respeta con independencia de la complejidad del conjunto, una variación del tipo puede consistir en construir un segundo santuario que envuelve, como si dijéramos, al primero, generando un estrecho deambulatorio que los fieles deben recorrer en el sentido de las agujas del reloj. Confirma la hipótesis de que se trata simplemente de una suerte de envoltorio que no afecta en lo fundamental al concepto longitudinal comentado el hecho de que el tratamiento de las superficies del santuario interior y del exterior es similar (fig. 15).
Fig. 15. Deambulatorio en templo hinduista, conjunto occidental, Khajuraho
La estructura en forma de cruz que afecta a todos los cuerpos del templo, que tendría su razón de ser en la cosmología hindu, se enfatiza con la disposición en las direcciones principales de aberturas y balcones que ponen en relieve las imágenes principales en ellas situadas y parecen sugerir una apertura en las cuatro direcciones del espacio (fig. 16).
Fig. 16. Aperturas en direcciones principales en deambulatorio en templo hinduista, conjunto occidental, Khajuraho
Esta voluntad de apertura comentada alcanza su máxima expresión en un tipo de sala específico de la arquitectura jainista, con aberturas en las cuatro direcciones, que alberga imágenes de tirthankaras cuatridireccionales (chaturmukha) (fig. 17), simbolizando la difusión universal de la doctrina jainista desde el centro de la verdad eterna.
Fig. 17. Chaturmukha en templo jainista, Shatrunjaya, Palitana
Otra característica específica de los templos jainistas es la existencia de una galería perimetral rodeando a los edificios principales del templo (fig. 18) que le sirve de protección frente a los ataques islámicos (al tiempo que, paradójicamente, sería una influencia de sus mezquitas), y que alberga capillas con imágenes de los 24 tirthankaras o profetas de esta religión (fig. 19).
Fig. 18. Templo jainista en Shatrunjaya, Palitana
Fig. 19. Capillas con tirthankaras en galería perimetral de templo jainista, Shatrunjaya, Palitana
Uno de los sitios sagrados del Jainismo es el Monte Shatrunjaya (fig. 20), que concentra más de 800 templos formando varios conjuntos fortificados, en un enclave aislado situado a cierta distancia de la ciudad de Palitana y a la que los peregrinos más devotos acceden descalzos a través de un camino pavimentado y escalonado (figs. 21, 22 y 23).
Fig. 20. Monte sagrado jainista Shatrunjaya, Palitana
Figs. 21, 22 y 23. Acceso a Shatrunjaya, Palitana
Por lo demás, la mayoría de los elementos son comunes a las arquitecturas hinduistas y jainistas, hecho lógico si se tiene en cuenta que ambas compartían arquitectos y artesanos.
Además de las esculturas principales situadas en el garbhagriha, en su pórtico y en las cuatro direcciones principales, los templos cuentan con numerosos motivos escultoricos tanto en su interior como en su exterior, retratando el complejo panteón hindú así como toda una serie de temas asociados a la religión a y sus ritos como animales, procesiones, bailarinas sagradas, etc. Entre estos temas, uno de los que más llama la atención es la existencia de todo tipo de esculturas eróticas, desde bailarinas rituales en posturas provocativas (fig. 24) hasta escenas de sexo grupal explícito (figs. 25 y 26), pasando por parejas de dioses en actitudes más que cariñosas (fig. 27), y que encuentran su cumbre en los conjuntos de templos de estilo Nagara de Khajuraho.
Figs. 24, 25 y 26. Esculturas en fachadas de templos, Khajuraho
Fig. 27. Esculturas en fachadas de templos, Khajuraho
El motivo por el que se esculpían estos temas en los templos no se conoce con seguridad. Se cree que podrían tener relación con antiguos ritos mágico-chamánicos para la protección frente a poderes negativos, con el fomento de la fertilidad, con intenciones didácticas, tal como se refleja en tratados canónicos como el Kamasutra, o con prácticas tántricas que veían en el sexo una forma de ejercicio meditativo y espiritual.
También se observa esta conexión entre la espiritulidad religiosa hindú y la sexualidad, tan lejana a las concepciones de Occidente, en la existencia del linga-yoni, una abstracción de la forma del falo y la vulva interrelacionados, representando a Shiva y a Shakti respectivamente, y que se utilizan en combinación con el derramamiento de líquidos rituales (figs. 28 y 29).
Fig. 28. Linga-yoni en templo hinduista, conjunto occidental, Khajuraho
Fig. 29. Linga-yoni en el Templo hinduista de Kailasanatha, Ellora
Mención especial merecen los templos hinduistas y jainistas tallados en la roca natural que dan continuan esta práctica iniciada por el Budismo, tal como se ha comentado en otro apartado. Entre ellos destaca el Templo de Kailasanatha en Ellora (fig. 30), completamente excavado en la roca basáltica natural, que responde en términos generales a la estructura general comentada además de contar con una galería perimetral como terminación lógica del corte de la roca (fig. 31).
Figs. 30 y 31. Templo hinduista de Kailasanatha, Ellora
Tanto en el caso de Kailasanatha (fig. 32) como en el Shatrunjaya (fig. 33), la profusión de templos y de elementos secundarios y la complejización de los mismos con galerías perimetrales y dobles alturas resulta en una arquitectura aparentemente mucho más orgánica, caótica y congestionada que los ejemplos más sencillos, a pesar de que, como se ha comentado, el esquema básico es el mismo en todos los casos.
Fig. 32. Templo hinduista de Kailasanatha, Ellora
Fig. 33. Templo hinduista en Shatrunjaya, Palitana
En otra clave, la cueva principal de Elephanta (fig. 34), cerca de Mumbay, es otro ejemplo de las posibilidades de variación respecto del esquema básico, simplemente abriendo la cueva excavada en varios frentes y multiplicando el número de focos (fig. 35).
Figs. 34 y 35. Cueva principal de Elephanta, cerca de Mumbai
Fig. 1. Tirthankara en garbhagriha de templo jainista, conjunto oriental, Khajuraho
A partir de este esquema básico, el templo puede consistir simplemente en el santuario (garbhagriha), con la eventual existencia de un pórtico o porche previo (ardhamandapa) (fig. 2), o en un sinnúmero de salas intermedias (antarala, mandapa), previas (nrityamandapa, sabhamandapa), deambulatorios (pradakshinapatha), así como otros santuarios secundarios, galerías perimetrales, columnas conmemorativas, esculturas exentas, etc. que complejizan su funcionamiento respetando la organización básica comentada.
Fig. 2. Templo hinduista, conjunto occidental, Khajuraho
Un ejemplo temprano de templo hindú, antes de que el estilo evolucionara hasta los extremos formales y decorativos posteriores, es el denominado Templo nº 17 de Sanchi (fig. 3), que consiste simplemente en un santuario y un pórtico previo, de factura más cercana a las arquitecturas occidentales con las que existe una probable vinculación.
Fig. 3. Templo nº 17, Sanchi
Frente a las religiones occidentales en las que los ritos principales tienden a congregar a un gran número de fieles, para lo que se requieren espacios de mayor dimensión, tales como los de las iglesias, mezquitas o sinagogas, en el caso del Hinduismo y el Jainismo el rito fundamental de adoración y ofrenda en los templos tiende a realizarse de forma individual, lo que se corresponde con la menor escala de estas arquitecturas.
Por otro lado, la organización en serie comentada responde a la importancia otorgada al contacto visual del fiel con la imagen de la divinidad (darshana) así como a la progresión desde el espacio exterior profano hasta el santuario interior sagrado, lo que se materializa en una transición desde espacios más abiertos y luminosos a otros más cerrados y oscuros, y en la que el espacio previo al garbhagriha adquiere una especial intensidad y soporta un tratamiento decorativo más importante (fig. 4).
Fig. 4. Pórtico de garbhagriha en templo hinduista, conjunto occidental, Khajuraho
Esta importancia de la progresión entre espacios se evidencia en el uso de piezas de pavimento especiales en el acceso a ciertas salas (fig. 5), que a su vez alcanza su máxima expresión en el acceso al garbhagriha (fig. 6).
Fig. 5. Pieza de pavimento especial en acceso a templo hinduista, conjunto occidental, Khajuraho
Fig. 6. Pórtico de acceso a garbhagriha en templo hinduista, conjunto occidental, Khajuraho
Cada uno de los cuerpos comentados se resuelve con cierta independencia formal con respecto a los contiguos acusando lo que, desde una perspectiva occidental, podría calificarse de falta de articulación formal o torpeza en la resolución de los encuentros (fig. 7).
Fig. 7. Encuentro entre cuerpos contiguos en templo hinduista, conjunto occidental, Khajuraho
Se combinan además elementos formales de distinto carácter: unos con mayor grado de abstración o codificación arquitectónica, tales como pilares, dinteles, balcones, etc. con otros de mayor figuración tales como decoraciones más o menos explícitas con simbolismos asociados a las cosmologías y mitologías correspondientes, y cuya articulación mutua vuelve a adolecer de una cierta torpeza compositiva.
En todo el simbolismo utilizado juega un papel fundamental el de la montaña, lugar considerado sagrado en tanto que residencia de los dioses (Monte Meru, Monte Kailasa), dando incluso nombre a estas estructuras (sikhara, cumbre) y afectando tanto a la cubrición exterior de las salas principales (particularmente la garbhagriha) como a su interior, simbolizando en este caso la cueva natural, lugar de adoración en los orígenes de la religión.
De hecho la emulación de la Naturaleza podría muy bien haber provocado la sección variable de estas sikharas, lo que en todo caso produce, al observarse en escorzo, una suerte de trompe l'oeil en el que la cumbre parece más lejana o incluso inalcanzable (fig. 8).
Fig. 8. Sikhara en templo jainista, conjunto oriental, Khajuraho
Otra posibilidad es que estas coronaciones tomen la forma de una pirámide compuesta por varios niveles decrecientes (fig. 9), lo que vuelve a asociarse a significados religiosos, en este caso, los distintos niveles de la existencia.
Fig. 9. Sikhara en templo hinduista, conjunto oriental, Khajuraho
La misma falta de articulación comentada afecta a la relación entre el espacio interior y el exterior, lo que se pone de manifiesto especialmente en la sección vertical y lo que se corresponde además con un menor dominio de la técnica constructiva en relación con las arquitecturas occidentales coetáneas.
En algunos casos, puede disponerse frente al santuario principal una sala hipóstila o pabellón de asambleas como lugar privilegiado de observación del santuario (figs. 10 y 11), en línea con la entrada de los rayos del sol naciente en los equinocios, lo que justifica la orientación este-oeste comentada, y que suele albergar una escultura de Nandi (fig. 12), toro sagrado sobre el que cabalga el dios Shiva, un tema frecuente en la cultura hindú desde sus orígenes.
Figs. 10 y 11. Templo hinduista de Visvanatha, conjunto occidental, Khajuraho
Fig. 12. Nandi, toro sagrado, en el Templo hinduista de Visvanatha, conjunto occidental, Khajuraho
Esta configuración se enfatiza aún más en el caso del Templo de Surya (Dios Sol) en Modhera (fig. 13), en el que además de las salas comentadas, se dispone una piscina escalonada previa al templo (fig. 14) que refleja los rayos del sol naciente además de servir a otros ritos de purificación mediante el baño en agua sagrada, de los que se encuentran numerosas manifestaciones en toda la India, como son los pozos escalonados (baolis) de la región de Gujarat o los ghats en el Ganges a su paso por la ciudad de Benarés, estructuras con las que estas piscinas guardan muchas semajanzas.
Fig. 13. Templo de Surya, Modhera
Fig. 14. Piscina escalonada en el Templo de Surya, Modhera
Del mismo modo que el esquema básico comentado al inicio se respeta con independencia de la complejidad del conjunto, una variación del tipo puede consistir en construir un segundo santuario que envuelve, como si dijéramos, al primero, generando un estrecho deambulatorio que los fieles deben recorrer en el sentido de las agujas del reloj. Confirma la hipótesis de que se trata simplemente de una suerte de envoltorio que no afecta en lo fundamental al concepto longitudinal comentado el hecho de que el tratamiento de las superficies del santuario interior y del exterior es similar (fig. 15).
Fig. 15. Deambulatorio en templo hinduista, conjunto occidental, Khajuraho
La estructura en forma de cruz que afecta a todos los cuerpos del templo, que tendría su razón de ser en la cosmología hindu, se enfatiza con la disposición en las direcciones principales de aberturas y balcones que ponen en relieve las imágenes principales en ellas situadas y parecen sugerir una apertura en las cuatro direcciones del espacio (fig. 16).
Fig. 16. Aperturas en direcciones principales en deambulatorio en templo hinduista, conjunto occidental, Khajuraho
Esta voluntad de apertura comentada alcanza su máxima expresión en un tipo de sala específico de la arquitectura jainista, con aberturas en las cuatro direcciones, que alberga imágenes de tirthankaras cuatridireccionales (chaturmukha) (fig. 17), simbolizando la difusión universal de la doctrina jainista desde el centro de la verdad eterna.
Fig. 17. Chaturmukha en templo jainista, Shatrunjaya, Palitana
Otra característica específica de los templos jainistas es la existencia de una galería perimetral rodeando a los edificios principales del templo (fig. 18) que le sirve de protección frente a los ataques islámicos (al tiempo que, paradójicamente, sería una influencia de sus mezquitas), y que alberga capillas con imágenes de los 24 tirthankaras o profetas de esta religión (fig. 19).
Fig. 18. Templo jainista en Shatrunjaya, Palitana
Fig. 19. Capillas con tirthankaras en galería perimetral de templo jainista, Shatrunjaya, Palitana
Uno de los sitios sagrados del Jainismo es el Monte Shatrunjaya (fig. 20), que concentra más de 800 templos formando varios conjuntos fortificados, en un enclave aislado situado a cierta distancia de la ciudad de Palitana y a la que los peregrinos más devotos acceden descalzos a través de un camino pavimentado y escalonado (figs. 21, 22 y 23).
Fig. 20. Monte sagrado jainista Shatrunjaya, Palitana
Figs. 21, 22 y 23. Acceso a Shatrunjaya, Palitana
Por lo demás, la mayoría de los elementos son comunes a las arquitecturas hinduistas y jainistas, hecho lógico si se tiene en cuenta que ambas compartían arquitectos y artesanos.
Además de las esculturas principales situadas en el garbhagriha, en su pórtico y en las cuatro direcciones principales, los templos cuentan con numerosos motivos escultoricos tanto en su interior como en su exterior, retratando el complejo panteón hindú así como toda una serie de temas asociados a la religión a y sus ritos como animales, procesiones, bailarinas sagradas, etc. Entre estos temas, uno de los que más llama la atención es la existencia de todo tipo de esculturas eróticas, desde bailarinas rituales en posturas provocativas (fig. 24) hasta escenas de sexo grupal explícito (figs. 25 y 26), pasando por parejas de dioses en actitudes más que cariñosas (fig. 27), y que encuentran su cumbre en los conjuntos de templos de estilo Nagara de Khajuraho.
Figs. 24, 25 y 26. Esculturas en fachadas de templos, Khajuraho
Fig. 27. Esculturas en fachadas de templos, Khajuraho
El motivo por el que se esculpían estos temas en los templos no se conoce con seguridad. Se cree que podrían tener relación con antiguos ritos mágico-chamánicos para la protección frente a poderes negativos, con el fomento de la fertilidad, con intenciones didácticas, tal como se refleja en tratados canónicos como el Kamasutra, o con prácticas tántricas que veían en el sexo una forma de ejercicio meditativo y espiritual.
También se observa esta conexión entre la espiritulidad religiosa hindú y la sexualidad, tan lejana a las concepciones de Occidente, en la existencia del linga-yoni, una abstracción de la forma del falo y la vulva interrelacionados, representando a Shiva y a Shakti respectivamente, y que se utilizan en combinación con el derramamiento de líquidos rituales (figs. 28 y 29).
Fig. 28. Linga-yoni en templo hinduista, conjunto occidental, Khajuraho
Fig. 29. Linga-yoni en el Templo hinduista de Kailasanatha, Ellora
Mención especial merecen los templos hinduistas y jainistas tallados en la roca natural que dan continuan esta práctica iniciada por el Budismo, tal como se ha comentado en otro apartado. Entre ellos destaca el Templo de Kailasanatha en Ellora (fig. 30), completamente excavado en la roca basáltica natural, que responde en términos generales a la estructura general comentada además de contar con una galería perimetral como terminación lógica del corte de la roca (fig. 31).
Figs. 30 y 31. Templo hinduista de Kailasanatha, Ellora
Tanto en el caso de Kailasanatha (fig. 32) como en el Shatrunjaya (fig. 33), la profusión de templos y de elementos secundarios y la complejización de los mismos con galerías perimetrales y dobles alturas resulta en una arquitectura aparentemente mucho más orgánica, caótica y congestionada que los ejemplos más sencillos, a pesar de que, como se ha comentado, el esquema básico es el mismo en todos los casos.
Fig. 32. Templo hinduista de Kailasanatha, Ellora
Fig. 33. Templo hinduista en Shatrunjaya, Palitana
En otra clave, la cueva principal de Elephanta (fig. 34), cerca de Mumbay, es otro ejemplo de las posibilidades de variación respecto del esquema básico, simplemente abriendo la cueva excavada en varios frentes y multiplicando el número de focos (fig. 35).
Figs. 34 y 35. Cueva principal de Elephanta, cerca de Mumbai
Budismo indio, centro contemplativo
A pesar de que en la actualidad es una religión minoritaria en la India, tras haber sido desplazado por otras religiones como el Hinduismo, el Jainismo, el Islamismo o el Cristianismo, el Budismo es originario de la India desde donde se extendió a otros países asiáticos como China o Japón, en donde ha llegado a ser la religión predominante.
La leyenda recoge que tras la muerte y cremación de Buda, sus cenizas fueron repartidas entre los principales clanes guerreros que asistieron a su funeral, que los conservaron como reliquias en distintos puntos del país en túmulos funerarios que originaron la estupa budista, y que en una fase previa del Budismo, en la que no se representaba la figura de Buda, lo simbolizaban y eran objeto de adoración. Estas estupas podían ser de distintos tamaños y disponerse de forma exenta o en el seno de un espacio mayor, como comentaremos a continuación.
En los primeros siglos del Budismo, y siguiendo el ejemplo de Sidharta, que había renunciado a la vida material para buscar la iluminación ascética en contacto con la naturaleza, los monjes budistas se refugiaban en cuevas en enclaves naturales para realizar ejercicios espirituales. Posteriormente se fueron formando comunidades al tiempo que se iban formalizando estos asentamientos en forma de cuevas excavadas en la roca de diversas formas y tamaños, de las que surgieron dos tipologías básicas: la vihara (monasterio) y la chaitya (templo) y de las que existen numerosos ejemplos en toda la India de los que pueden destacarse los conjuntos de cuevas de Ajanta (fig. 1) y Ellora (fig. 2).
Fig. 1. Conjunto de cuevas de Ajanta
Fig. 2. Conjunto de cuevas de Ellora
La vihara puede simplemente reproducir la estructura básica del monasterio típico (fig. 3) disponiendo celdas alrededor de un patio cuadrangular (fig. 4), abierto en este caso en su frente al exterior de la cueva para obtener iluminación y ventilación. En otros casos, lo que parece más adecuado a su condición excavada, es que las viharas consistan en varios niveles de celdas en línea servidas por una galería de acceso y un patio abierto al cielo de grandes dimensiones que proporciona mejores condiciones de iluminación y ventilación que en el caso anterior (figs. 5 y 6).
Fig. 3. Monasterio budista en Sanchi
Fig. 4. Cueva nº 4 (vihara) de Ajanta
Figs. 5 y 6. Cueva nº 11 de Ellora
La chaitya por su parte consiste en una nave longitudinal abovedada terminada en forma absidial y dos naves con deambulatorio de menor altura. En el centro de la nave principal se sitúa una pequeña estupa que, tal como se ha comentado, originalmente simbolizaba a Buda y a la que posteriormente podían añadírsele imagenes adicionales explícitas (fig. 7).
Fig. 7. Cueva nº 10 (Vishwakarma) en Ellora
La forma abovedada de la chaitya puede manifestarse con más o menos rotundidad en la fachada, siendo el caso de mayor expresión el que parece más apropiado a su condición excavada y el que mejores condiciones de iluminación proporcionaba (figs. 8 y 9).
Fig. 8. Cueva nº 9 de Ajanta
Fig. 9. Cueva nº 10 de Ajanta
Paradójicamente en esta tipología el lugar central del templo no es un espacio vacío sino la propia estupa que ocupa todo el ámbito dejando únicamente un espacio residual entre la misma y las columnas del ábside prácticamente inutilizable (fig 10).
Fig. 10. Cueva nº 26 de Ajanta
Tanto en el caso de las viharas como en el de las chaityas es frecuente que se emulen las formas propias de las construcciones exentas, tanto para la organización general como para los detalles (fig. 11), en lugar de buscar tipologías o soluciones propias de su condición excavada, lo que no se da más que de manera excepcional en algunos elementos accesorios (fig. 12).
Fig. 11. Cueva nº 10 (Vishwakarma) en Ellora
Fig. 12. Escalera excavada en Cueva nº 12 en Ellora
En lo que respecta a la tipología de estupa exenta, los mejores ejemplos pueden encontrarse en Sanchi, un enclave religioso situado en un promontorio natural aislado, en el que se concentran varias de estas estupas de distintos tamaños (fig. 13), de las que destaca la denominada Estupa nº 1 o Gran Estupa (fig. 14), junto a otros templos y monasterios, y que fue fundado por el rey Ashoka, gran promotor del Budismo en la India, en el siglo III a. C.
Fig. 13. Estupa nº 3 o Pequeña Estupa de Sanchi
Fig. 14. Estupa nº 1 o Gran Estupa de Sanchi
La estupa consiste en un podio de planta circular (medhi) que representa la tierra, un túmulo semicircular (anda) que representa el cielo, coronado por una balaustrada de planta cuadrada (harmika) que simboliza la montaña mítica en el centro del cosmos, además de un pilar central (chattravali) y tres parasoles (chattra), que aluden al mundo etéreo y a las tres joyas del Budismo: el Buda, la comunidad (sangha) y la doctrina (dharma). Distintos tipos de harmika pueden encontrarse en otros ejemplos de estupas como en el caso de la Cueva nº 9 de Ajanta (fig. 15).
Fig. 15. Cueva nº 9 de Ajanta
Rodeando a la estupa se dispone una cerca (vedika) (fig. 16) con pórticos de acceso (torana) (fig. 17) en los cuatro puntos cardinales, ambos reproduciendo las formas de construcción con madera tal como debieron haberse realizado originalmente.
Fig. 16. Vedika de la Estupa nº 1 de Sanchi
Fig. 17. Una de las toranas de la Estupa nº 1 de Sanchi
La vedika y las toranas forman entradas en recodo (fig. 18) en coherencia con el rito de adoración consistente en rodear la estupa en el sentido de la agujas del reloj.
Fig. 18. Entrada en recodo a la Estupa nº 1 de Sanchi
Las toranas están ricamente decoradas con escenas de la vida de Buda que tal como se ha comentado, en esta época no aparece representado personalmente sino a través de alegorías como el árbol bajo el que alcanzó la iluminación o la propia estupa, lo que confirma la simbología de todo el edificio, o de formas espirales que aluden a la doctrina budista (fig. 19).
Fig. 19. Detalle de una de las toranas de la Estupa nº 1 de Sanchi
La leyenda recoge que tras la muerte y cremación de Buda, sus cenizas fueron repartidas entre los principales clanes guerreros que asistieron a su funeral, que los conservaron como reliquias en distintos puntos del país en túmulos funerarios que originaron la estupa budista, y que en una fase previa del Budismo, en la que no se representaba la figura de Buda, lo simbolizaban y eran objeto de adoración. Estas estupas podían ser de distintos tamaños y disponerse de forma exenta o en el seno de un espacio mayor, como comentaremos a continuación.
En los primeros siglos del Budismo, y siguiendo el ejemplo de Sidharta, que había renunciado a la vida material para buscar la iluminación ascética en contacto con la naturaleza, los monjes budistas se refugiaban en cuevas en enclaves naturales para realizar ejercicios espirituales. Posteriormente se fueron formando comunidades al tiempo que se iban formalizando estos asentamientos en forma de cuevas excavadas en la roca de diversas formas y tamaños, de las que surgieron dos tipologías básicas: la vihara (monasterio) y la chaitya (templo) y de las que existen numerosos ejemplos en toda la India de los que pueden destacarse los conjuntos de cuevas de Ajanta (fig. 1) y Ellora (fig. 2).
Fig. 1. Conjunto de cuevas de Ajanta
Fig. 2. Conjunto de cuevas de Ellora
La vihara puede simplemente reproducir la estructura básica del monasterio típico (fig. 3) disponiendo celdas alrededor de un patio cuadrangular (fig. 4), abierto en este caso en su frente al exterior de la cueva para obtener iluminación y ventilación. En otros casos, lo que parece más adecuado a su condición excavada, es que las viharas consistan en varios niveles de celdas en línea servidas por una galería de acceso y un patio abierto al cielo de grandes dimensiones que proporciona mejores condiciones de iluminación y ventilación que en el caso anterior (figs. 5 y 6).
Fig. 3. Monasterio budista en Sanchi
Fig. 4. Cueva nº 4 (vihara) de Ajanta
Figs. 5 y 6. Cueva nº 11 de Ellora
La chaitya por su parte consiste en una nave longitudinal abovedada terminada en forma absidial y dos naves con deambulatorio de menor altura. En el centro de la nave principal se sitúa una pequeña estupa que, tal como se ha comentado, originalmente simbolizaba a Buda y a la que posteriormente podían añadírsele imagenes adicionales explícitas (fig. 7).
Fig. 7. Cueva nº 10 (Vishwakarma) en Ellora
La forma abovedada de la chaitya puede manifestarse con más o menos rotundidad en la fachada, siendo el caso de mayor expresión el que parece más apropiado a su condición excavada y el que mejores condiciones de iluminación proporcionaba (figs. 8 y 9).
Fig. 8. Cueva nº 9 de Ajanta
Fig. 9. Cueva nº 10 de Ajanta
Paradójicamente en esta tipología el lugar central del templo no es un espacio vacío sino la propia estupa que ocupa todo el ámbito dejando únicamente un espacio residual entre la misma y las columnas del ábside prácticamente inutilizable (fig 10).
Fig. 10. Cueva nº 26 de Ajanta
Tanto en el caso de las viharas como en el de las chaityas es frecuente que se emulen las formas propias de las construcciones exentas, tanto para la organización general como para los detalles (fig. 11), en lugar de buscar tipologías o soluciones propias de su condición excavada, lo que no se da más que de manera excepcional en algunos elementos accesorios (fig. 12).
Fig. 11. Cueva nº 10 (Vishwakarma) en Ellora
Fig. 12. Escalera excavada en Cueva nº 12 en Ellora
En lo que respecta a la tipología de estupa exenta, los mejores ejemplos pueden encontrarse en Sanchi, un enclave religioso situado en un promontorio natural aislado, en el que se concentran varias de estas estupas de distintos tamaños (fig. 13), de las que destaca la denominada Estupa nº 1 o Gran Estupa (fig. 14), junto a otros templos y monasterios, y que fue fundado por el rey Ashoka, gran promotor del Budismo en la India, en el siglo III a. C.
Fig. 13. Estupa nº 3 o Pequeña Estupa de Sanchi
Fig. 14. Estupa nº 1 o Gran Estupa de Sanchi
La estupa consiste en un podio de planta circular (medhi) que representa la tierra, un túmulo semicircular (anda) que representa el cielo, coronado por una balaustrada de planta cuadrada (harmika) que simboliza la montaña mítica en el centro del cosmos, además de un pilar central (chattravali) y tres parasoles (chattra), que aluden al mundo etéreo y a las tres joyas del Budismo: el Buda, la comunidad (sangha) y la doctrina (dharma). Distintos tipos de harmika pueden encontrarse en otros ejemplos de estupas como en el caso de la Cueva nº 9 de Ajanta (fig. 15).
Fig. 15. Cueva nº 9 de Ajanta
Rodeando a la estupa se dispone una cerca (vedika) (fig. 16) con pórticos de acceso (torana) (fig. 17) en los cuatro puntos cardinales, ambos reproduciendo las formas de construcción con madera tal como debieron haberse realizado originalmente.
Fig. 16. Vedika de la Estupa nº 1 de Sanchi
Fig. 17. Una de las toranas de la Estupa nº 1 de Sanchi
La vedika y las toranas forman entradas en recodo (fig. 18) en coherencia con el rito de adoración consistente en rodear la estupa en el sentido de la agujas del reloj.
Fig. 18. Entrada en recodo a la Estupa nº 1 de Sanchi
Las toranas están ricamente decoradas con escenas de la vida de Buda que tal como se ha comentado, en esta época no aparece representado personalmente sino a través de alegorías como el árbol bajo el que alcanzó la iluminación o la propia estupa, lo que confirma la simbología de todo el edificio, o de formas espirales que aluden a la doctrina budista (fig. 19).
Fig. 19. Detalle de una de las toranas de la Estupa nº 1 de Sanchi
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