Arquitectura clásica china, regulaciones simbólicas (1/2)
Fig. 1. Puerta de la Paz Celestial frente a la Plaza de Tiananmen, Beijing
En términos generales, la arquitectura china consiste básicamente en edificios principales de geometrías simples y regulares que se disponen en serie en sentido norte-sur, flanqueados o unidos por otros edificios secundarios y galerías perimetrales, conformando espacios abiertos regulares y simétricos. Esta configuración básica, que podría pensarse en un principio que produjese una arquitectura monótona e indiferenciada, se enriquece con una serie de elementos que la dotan de complejidad y contenido, tal como trataré de explicar a continuación.
Se podría afirmar que, frente a Occidente, donde el concepto de cultura tiende a entenderse por oposición a la naturaleza, en Oriente la cultura se considera más bien una continuación de lo natural. Desde las creencias más antiguas hasta concepciones posteriores más elaboradas y simbólicas como el Taoísmo, que asocia cada uno de los ocho trigramas básicos a un elemento natural (cielo, tierra, trueno, agua, montaña, viento o madera, fuego y lago) o que entiende el cosmos como la interrelación de los cinco elementos naturales fundamentales (madera, fuego, tierra, metal y agua), la civilización china siempre ha creído en el poder de la naturaleza y le ha otorgado un carácter mágico o sagrado. En este contexto, toda una serie de prácticas, integradas en el concepto de geomancia, se han venido utilizando cotidianamente a lo largo de su historia para todo tipo de asuntos políticos y sociales, incluidos el diseño y la construcción de sus ciudades y arquitecturas.
Desde sus orígenes los edificios chinos han diferenciado tres elementos básicos: terrazas elevadas por encima de los niveles fluviales próximos, estructuras regulares de pórticos de madera, y cubiertas inclinadas. Estos elementos básicos han demostrado su adecuación a una serie de condiciones locales presentes generalmente en la mayor parte de su territorio: una topografía predominantemente plana con abundante presencia de agua e inundaciones frecuentes, escasez de piedra y abundancia de madera, una climatología con acusadas diferencias estacionales y con abundantes lluvias y nieve, la necesidad de una construcción rápida dados los frecuentes traslados de las capitales, etc.
Por otro lado, el contexto histórico, cultural y tecnológico ha sido mucho menos variable en China hasta mediados del siglo XX que en Occidente, lo que ha originado mayor homogeneidad en las arquitecturas de los distintos periodos. Durante siglos, la civilización china se ha basado en una organización política, económica y social profundamente estructurada y jerarquizada como corresponde a un sistema feudal de un imperio tan basto, lo que ha producido a su vez una arquitectura y un urbanismo muy regulares, ordenados, simétricos y jerarquizados. Esta rigurosa organización, que afectaba a todos los ámbitos de la sociedad, desde la alta política hasta el núcleo familiar, se ejercía a través de una serie de códigos o reglamentos de distinto rango que tenían su base en los clásicos confucianos, así como otros documentos elaborados por los distintos imperios y dinastías, hasta llegar al ámbito de los clanes familiares que formulaban a su vez sus propios códigos y que hacían las veces de leyes. Pues bien, en lo que nos atañe, estos códigos afectaban también a los protocolos de los distintos eventos y ceremonias oficiales así como a las arquitecturas que los albergaban. Así, si tal como comentaba, las configuraciones básicas de las arquitecturas eran relativamente simples, estas regulaciones venían a incorporar toda una serie de requerimientos en cuanto al número y disposición de salas, las dimensiones generales de los distintos espacios (fig. 2), las proporciones y cantidad de módulos de los mismos, la disposición y niveles de terrazas (figs. 3 y 4), el número de pasos en pórticos, muros o puentes, las geometrías de las cubiertas (fig. 5), la existencia de pasos o pavimentos específicos para los distintos rangos y para los emperadores (figs. 6 y 7), así como el resto de elementos decorativos, tales como los salientes situados en los aleros de las limatesas de esquina de las cubiertas (figs. 8 y 9).
Fig. 2. Patio abierto para la celebración de ceremonias oficiales frente a la Sala de la Armonía Suprema, Ciudad Prohibida, Beijing
Fig. 3. Doble terraza en el Templo de Confucio (Qufu) frente a las tres utilizadas en la Ciudad Prohibida
Fig. 4. Vinculación de edificios mediante terrazas en el Templo de Confucio, Qufu
Fig. 5. Sala de la Bendición Celestial en el Templo de Dai, Tai'an
Fig. 6. Distintas bandas en función de los requerimientos protocolarios en los pavimentos del Puente de la Escalera Roja, Templo del Cielo, Beijing
Fig. 7. Bandas pavimentadas para el uso de los emperadores en el Palacio de Verano, alrededores de Beijing
Fig. 8. Elementos decorativos de la cubierta de la Sala de la Armonía Suprema, Ciudad Prohibida, Beijing
Fig. 9. Elementos decorativos en cubierta, Palacio de Verano, alrededores de Beijing
También la cubierta, en la que como se ha comentado se localizan muchos de estos recursos expresivos, cuenta con uno de los elementos más característicos y diferenciales de la arquitectura china: los aleros de esquina ascendentes (fig. 10). Existen argumentos para justificar su geometría, tales como la necesidad de elementos estructurales de mayor sección en estos puntos debido a su mayor vuelo o la conveniencia de elevar el alero en la esquina para no arrojar más sombra de la necesaria. Sin embargo, dado el protagonismo expresivo de la cubierta en una arquitectura relativamente homogenea en el resto de sus elementos, debe tenerse en cuenta principalmente la búsqueda de mayor ligereza y gracilidad de la que una cubierta totalmente recta tendría.
Fig. 10. Aleros de cubierta en el Templo de Lingyin, alrededores de Hangzhou
En lo que respecta al urbanismo, los ritos oficiales y las prácticas geomanticas regían también las localizaciones más propicias, la orientación general, la situación de los diversos elementos y hasta las anchuras del viario. Tomando como ejemplo la ciudad imperial de Beijing, puede observarse que ésta se orienta rigurosamente según los cuatro puntos cardinales, con la Ciudad Prohibida en su centro a lo largo de su eje norte-sur, protegida de los malos espíritus por una colina en el norte (fig. 11), atravesada por un arroyo en el sur (fig. 12), y enmarcada por los Templos del Cielo (fig. 13) en el sur, de la Tierra en el norte, del Sol en el este y de la Luna en el oeste, extramuros, en una localización favorable a su carácter sacro.
Fig. 11. Colina del Carbón, realizada con el terreno excavado de los fosos de la Ciudad Prohibida, que en la actualidad forma parte del Parque Jingshan, Beijing
Fig. 12. Arroyo Dorado en la Ciudad Prohibida, Beijing
Fig. 13. Templo del Cielo, Beijing
También se determinaba de acuerdo con el sistema ritual la situación del Templo Ancestral Imperial (Taimiao) y del Altar de la Tierra y el Grano (Shejitan) (fig. 14), situados respectivamente al este y al oeste del eje del palacio. Esta misma orientación se contempla en la disposición de los relojes de sol (fig. 15) y las medidas de grano (fig. 16) frente a algunas de las salas principales de la Ciudad Imperial, simbolizando el dominio del emperador sobre la ordenación del tiempo y los recursos de la tierra, y asociados por motivos obvios a los templos antes comentados.
Fig. 14. Altar de la Tierra y el Grano, Beijing
Fig. 15. Reloj de sol frente a la Sala de la Armonía Suprema, Ciudad Prohibida, Beijing
Fig. 16. Medida de grano frente a la Sala de la Armonía Suprema, Ciudad Prohibida, Beijing
En el Altar de la Tierra y el Grano se utilizan además otras referencias a la Teoría de los Cinco Elementos al asociar a las distintas orientaciones diferentes colores de la tierra situada en la terraza principal (fig. 17) y de los muros que delimitan el conjunto (figs. 18 y 19).
Fig. 17. Cuatro colores diferentes de la tierra en el Altar de la Tierra y el Grano, Beijing
Figs. 18 y 19. Cuatro colores diferentes del muro perimetral del Altar de la Tierra y el Grano, Beijing
La orientación de las salas principales en sentido este-oeste, transversal al eje principal norte-sur de los conjuntos edificatorios es la que ofrece la exposición al sur y la generación de sombra al norte óptimas. Esta disposicion responde además a la necesidad de los regímenes imperiales de dotar de mayor monumentalidad a estas salas desde los espacios abiertos contiguos utilizados para la celebración de los ritos oficiales. También en el caso de los programas religiosos, esta orientación ofrece una relación mas cercana, enfrentada e individualizada con las esculturas o imágenes. Se observa por lo tanto que una misma configuración básica de la arquitectura alberga programas en principio tan diversos como el palaciego, el religioso, el educativo o el institucional, lo que se corresponde con el sincretismo que presentan las diversas manifestaciones de la cultura china, tal como se comenta en el apartado de las montañas sagradas. Los emperadores se arrogan cualidades y orígenes sagrados y se proclaman "hijos del cielo", personalidades laicas que proponen sistemas de valores no religiosos, tales como Lao Tse o Confucio, se acaban adorando como dioses, etc.
La disposición de las salas principales en sentido transversal y la conveniencia de habilitar un espacio estático acotado visualmente en su centro para la disposición de los tronos imperiales o las imágenes religiosas, se resuelve mediante el uso recurrente de paramentos-pantalla, que no impiden la fluidez circulatoria a través de las salas en los laterales, compatibilizando hábilmente ambos usos (fig. 20). Esta configuración permite además utilizar el fondo visual trasero para incorporar figuras secundarias, entre las que es habitual encontrar la de Guanyin, bodhisattva o deidad de la misericordia, asociada al carácter femenino, al yin y al norte, mientras la figura principal, lo hace al masculino, al yang y al sur (fig. 21), donde volvemos a encontrar conceptos geomanticos y taoístas.
Fig. 20. Templo de los Lamas, Beijing
Fig. 21. Retablo de Guanyin en el Templo de Lingyin, alrededores de Hangzhou
Esta estrategia de compartimentación espacial que determina tambien la disposición de los accesos en los vanos centrales de las fachadas para conseguir la contención visual comentada, se utiliza hábilmente en el área residencial principal del Jardín del Maestro de las Redes (Wangshiyuan) en Suzhou, en la que varias pequeñas salas se disponen en serie, separadas por patios y otros espacios laterales de entrada de luz y ventilación.
A partir de este principio de compartimentación espacial y contención visual se utilizan en el exterior de las edificaciones de todo tipo de programas, diferentes tipos de muros-pantalla (figs. 22, 23 y 24), en ocasiones rícamente decorados (figs. 25 y 26).
Fig. 22. Muro-pantalla frente a la Sala de la Música Sagrada, Templo del Cielo, Beijing
Figs. 23 y 24. Muro-pantalla quebrado frente al Templo de Confucio, Beijing
Figs. 25 y 26. Pantalla de los Nueve Dragones, Parque Beihai, Beijing
De la misma forma que los pórticos de entrada de templos suelen estar custodiados por dioses guerreros, es frecuente encontrar en todo tipo de arquitecturas chinas, evidenciando una vez más el sincretismo comentado, dos fieros leones flanqueando los accesos; un macho, apoyando su zarpa en una esfera (fig. 27), y una hembra, que hace lo propio con su pequeña cría (fig. 28). Como en otros fenómenos de la cultura china, como la domesticación y la asimilación en la cultura popular de la imagen del tigre, las escenografías de lucha de la opera de Beijing o la recreación artística de la naturaleza, la representación de estos leones se hace con una libertad y fantasía ajenas por completo al naturalismo mas propio de Occidente, encontrándose tantas variedades de leones como la creatividad de los artistas pueda imaginar.
Fig. 27. León macho flanqueando el acceso al Palacio de Verano, alrededores de Beijing
Fig. 28. Leona flanqueando el acceso al Palacio de Verano, alrededores de Beijing
(Continúa en Arquitectura clásica china, regulaciones simbólicas (2/2))
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