Punta Ballena "... en luz, en luz, en luz edificada"


Fig. 1. Fotografía original del Hotel La Solana del Mar, Punta Ballena

Con esas palabras concluye la oda que el poeta Rafael Alberti dedicó a su amigo, compatriota, compañero en el exilio uruguayo y a la sazón arquitecto de su casa La Gallarda, Antonio Bonet i Castellana, que junto a otros fragmentos del soneto ("tocado del soplo de la mar grecolatina, la gracia en el azul ilimitado, sobre el espacio más deshabitado", etc.) deben de referirse a la urbanización, al hotel restaurante y las varias casas unifamiliares que éste construyó en Punta Ballena, en la localidad de Portezuelo, a pocos kilómetros de Punta del Este.


Fig. 2. Fotografía original del Hotel La Solana del Mar, Punta Ballena

Desde sus inicios, la carrera del barcelonés Antonio Bonet se vinculó a los profesionales más prestigiosos de su época, colaborando cuando todavía era estudiante de arquitectura, en el estudio de J. L. Sert y J. M. Torres Clavé; formando parte de grupos tan relevantes para la introducción de la arquitectura moderna en España como el GATCPAC (Grup d'Arquitectes i Tècnics Catalans per al Progrés de l'Arquitectura Contemporània); o participando en congresos como el IV CIAM (Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna) cuyas conclusiones se recogieron en la Carta de Atenas, que tanto habría de influir en el urbanismo posterior. Precisamente en la travesía en barco Marsella-Atenas-Marsella en la que tuvo lugar este congreso, el joven estudiante catalán pudo conocer a Le Corbusier y ofrecerle su futura colaboración en su estudio parisino, una vez que terminase la carrera, como así ocurrió. A esta colaboración, que se dedicó, entre otros, al proyecto de las Casas Jaoul, se debe la introducción en la obra corbusierana del uso de las tradicionales bóvedas tabicadas mediterráneas.

Algo similar ocurriría, esta vez a través de la intermediación del ingeniero uruguayo Eladio Dieste, al que Bonet encargó el cálculo de las bóvedas tabicadas de la Casa Berlingieri, tecnología a la que el ingeniero consagraría toda su carrera, aportando algunas de las obras más relevantes de la arquitectura uruguaya del siglo XX.

En 1938, en plena Guerra Civil española, Bonet emigra a Argentina para fundar, en compañía de Juan Kurchan, Jorge Ferrari-Hardoy -compañeros de aprendizaje en el estudio corbusierano-, y otros destacados profesionales, el Grupo Austral, que proponía enriquecer la arquitectura racionalista con aspectos provenientes de la psicología, el paisajismo y las tradiciones locales.

En Buenos Aires construye, junto a los dos arquitectos citados, los Talleres y Locales Retiro (figs. 3 y 4), que suponen la introducción de la arquitectura moderna en Argentina y que tuvieron una gran repercusión, así como la Silla BKF (fig. 20) (las siglas corresponden a los apellidos de sus tres autores), diseñada para este proyecto.



Figs. 3 y 4. Talleres y locales Retiro, Buenos Aires

Gracias a la repercusión de este proyecto y de la BKF, un grupo de inversores argentinos le encarga el proyecto de urbanización de Punta Ballena, en unos terrenos pertenecientes al empresario naviero Antonio Lussich, que había adquirido fama y fortuna gracias al salvataje de navíos naufragados en el peligroso Mar del Plata y la costa atlántica. Una vez adquiridas las 1400 hectáreas que comprendía el terreno, en la que abundaban rocas, arenas y bañales, el empresario consagró todo su tiempo a reforestarlo, mezclando cerca de 80 especies autóctonas con otras 400 traídas de todos los rincones del mundo, que contra todos los pronósticos de botánicos y especialistas, terminaron arraigando con éxito y conformando la exótica fisonomía de este paraje de la costa uruguaya (figs. 5 y 6).



Figs. 5 y 6. Bosque de Antonio Lussich, Portezuelo

Dada la existencia del bosque de Lussich y especialmente de su colina central con bellas vistas de toda el área (fig. 7), Bonet organiza el proyecto de urbanización siguiendo un esquema en forma de triángulo, orientando los lotes de terreno hacia alguno de los tres elementos naturales existentes (mar, algo o montaña) y fomentando la integración de las parcelas con el bosque y la continuidad entre ellas, eliminando los vallados perimetrales de las parcelas y evitando el recurrente paseo marítimo para conservar el frente natural de dunas y vegetación naturales (fig. 8).


Fig. 7. Vistas desde la colina del Bosque de Antonio Lussich, Portezuelo


Fig. 8. Vista del frente marítimo de la urbanización Punta Ballena, Portezuelo

Como polo de atracción de futuros propietarios a la urbanización, Bonet construye el Hotel La Solana del Mar (figs. 9 a 12), aprovechando, en coherencia con los planteamientos generales de la urbanización, la existencia de una duna natural, tal como explica el propio autor: "... Me encontré con una duna existente entre el mar y el bosque y se me ocurrió utilizarla como elemento básico del proyecto. Le adosé una gran losa de hormigón que aunque arquitectónicamente es única, va dando dos niveles distintos debido a la fuerte pendiente del terreno. Interiormente quedaron definidos tres niveles ya que, caminando por la duna, se accede hasta el techo ajardinado donde se emplazó un sitio de juegos, una pista de baile y tabiques para contener el viento. Aproveché los tabiques para crear un efecto contradictorio con el racionalismo muy puro de aquel entonces. En el frente se puede apreciar muy bien como contrasta la plasticidad libre de sus curvas con la gran fuerza de la línea horizontal de la losa y el inmenso mástil de iluminación... " (figs. 1 y 2).





Figs. 9 a 12. Hotel La Solana del Mar, Punta Ballena

El edificio (fig. 13) consiste en un volumen principal paralelo a la costa, y otro volumen posterior trasero, en dirección perpendicular, que alberga los elementos de servicio. El volumen principal cuenta con un espacio a doble altura (figs. 14, 15 y 16) dedicado a los usos públicos (bar, restaurante, salón) que cuenta con una chimenea escultural, con tomas en ambos niveles (fig. 17), en principio creada para camuflar los elementos estructurales (fig. 18) y que genera una tensión espacial centrífuga muy acertada. El resto de este volumen alberga varias habitaciones que abrían originalmente a un ancho pasillo estancia con vistas al mar (fig. 19), y que desgraciadamente fue eliminado en una reciente reforma con poca amplitud de miras, nunca mejor dicho. Se trataba de una idea sutil sobre la forma de utilizar el espacio, en la que subyace una forma de entender el mundo y las relaciones humanas de la que la mejor arquitectura suele ser expresión viva, que ha sido sustituida torpemente por la vulgaridad: los estándares del mercado, el pasillo convencional trasero, los metros cuadrados por habitación, la vista privada.



Fig. 13. Planta principal del Hotel La Solana del Mar, Punta Ballena




Figs. 14, 15 y 16. Espacio principal con doble altura del Hotel La Solana del Mar, Punta Ballena


Fig. 17. Chimenea escultural en el Hotel La Solana del Mar, Punta Ballena


Fig. 18. Planos de la chimenea escultural en el Hotel La Solana del Mar, Punta Ballena


Fig. 19. Pasillo estancia original del Hotel La Solana del Mar, Punta Ballena

También la terraza de cubierta ha sido torpemente sustituida, junto con su cortavientos curvo, por un infeliz volumen, para albergar una suite y modificar el uso público original de la terraza por el privado, con lo que toda la filosofía del proyecto queda trastocada. Una gran pérdida para el patrimonio arquitectónico uruguayo que desde este blog denunciamos.

Sí se han conservado al menos parte de los acabados de mampostería de piedra y entarugados de madera -la misma solución utilizada por Le Corbusier y Amancio Williams en la Casa Curutchet de la Plata-, así como el mobiliario original diseñado por el mismo arquitecto (figs. 20 y 21).


Fig. 20. Mobiliario, incluyendo sillas BKF, en el Hotel La Solana del Mar, Punta Ballena


Fig. 21. Mobiliario en el Hotel La Solana del Mar, Punta Ballena

Además de La Solana, Bonet construyó varias viviendas en la zona, entre las que destaca la Casa Berlingieri (figs. 22 y 23), situada muy cerca del hotel, en la que vuelve a poner en práctica los principios del Grupo Austral al combinar los elementos de la arquitectura moderna con las bóvedas tradicionales tabicadas, a las que nos hemos referido anteriormente. Se observa también la inexistencia de límites entre parcelas y entre éstas y la playa, lo que dota a toda la zona de un carácter inusitado si lo comparamos con los barrios residenciales suburbanos españoles.



Figs. 22 y 23. Casa Berlingieri, Punta Ballena

2 comentarios:

  1. Muy bueno este post, interesantisimo aunque me gustaría poder ver un masterplan de puntaballena y que se cuente un poco de como debería haber funcionado, gracias por publicar de estas cosillas!

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  2. La bóveda que pensaba construir Bonet era en hormigón armado, como las de la Jaoul de le Corbusier y las casa en Martinez que había hecho en argentina. Dieste fue quien le propuso alivianarlas con ladrillo. Igual el invento surge en la propia casa Berlingieri.

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