MASP_horizontal_diáfano_versátil_transparente_público_popular_transgresor_rojo_bruto_sostenible


Fig. 1. MASP desde el Parque Tenente Siqueira Campos

Uno de los iconos más populares de la capital económica y cultural de Brasil, es también la obra más conocida y radical de la arquitecta italobrasileña Lina Bo Bardi: el Museu de Arte de São Paulo (MASP) (figs. 1 y 2).


Fig. 2. MASP desde la Avenida Paulista

Promovido por el magnate de las comunicaciones Assis Chautebriand y dirigido por el crítico de arte y periodista Pietro María Bardi, marido de Lina, pretendía fomentar la cultura y el arte en la emergente y próspera ciudad, que se estaba convirtiendo en el principal centro económico y cultural de Latinoamérica; y como polo ideológico opuesto al Museu de Arte Moderna, que terminaría constituyendo el núcleo de la Bienal local.

En este contexto económico y cultural, Chautebriand y el matrimonio Bo Bardi desarrollaron, desde los primeros ensayos en la sede anterior del MASP en la Rua 7 de Abril, en el edificio de los Diários Associados, un concepto de museo que ponía el acento en la creación de espacio público y en una radical organización del espacio expositivo.

Respondiendo a los requerimientos del donante del terreno de que se respetasen las vistas de la vaguada de la Avenida Nove de Julho y de la Serra da Cantareira, y aprovechando la existencia del Parque Tenente Siqueira Campos, al otro lado de la Avenida Paulista, el proyecto plantea de forma radical un bloque transparente suspendido de dos grandes pórticos de hormigón postesado, liberando una gran plaza pública en continuidad con el parque y extendiéndose un una terraza con vistas sobre la vaguada (fig. 3), bajo la que se sitúan el resto de las dependendencias del museo.


Fig. 3. Vista de la vaguada de la Avenida Nove de Julho desde el MASP

La idea había sido anticipada por Bo Bardi en una propuesta no realizada para el Museu à Beira do Oceano, en São Vicente (SP), en la que se planteaban ya la megaestructura para la liberación del espacio público en continuidad con la naturaleza circundante -en este caso el borde del mar- y la vegetación (figs. 4 y 5), y la organización abierta y desjerarquizada del montaje museográfico (fig. 6).


Fig. 4. Propuesta para un Museu à Beira do Oceano, São Vicente (SP)


Fig. 5. Propuesta para un Museu à Beira do Oceano, São Vicente (SP)


Fig. 6. Propuesta para un Museu à Beira do Oceano, São Vicente (SP)

Se plantea así un concepto transgresor: que el espacio más singular del museo no sean las salas de exposiciones sino el espacio abierto público que éste genera, susceptible de albergar cualquier clase de actividad pública (figs. 7 y 8), todo ello en consonancia con las intenciones de los promotores de dotar a la ciudad de un "ambiente" propicio para la culturización y la gestación de la intelectualidad paulista.


Fig. 7. Mercadillo instalado los domingos en la plaza del MASP


Fig. 8. Bancos corridos en la terraza del MASP

Una idea similar, que bien podría ser un homenaje de Mendes da Rocha a Bo Bardi, se plantea en su Museu Brasileiro da Escultura (MuBE) (fig. 9), del que nos ocuparemos próximamente en estas notas de viaje, y en el que la estrategia se hace aún más explícita (y mas retórica) al no destinarse el pórtico a ningún uso específico del museo.


Fig. 9. Paulo Mendes da Rocha, Museu Brasileiro da Escultura (MuBE), São Paulo

También puede interpretarse como una actitud transgresora -Bo Bardi había llegado a ser perseguida por la GESTAPO por un editorial publicado en DOMUS cuando era directora de la revista- el hecho de que, en el entorno de la Avenida Paulista, dominado por torres corporativas compitiendo en estridencias formalistas, el MASP plantease un rascacielos horizontal, simple y brutalista -que la arquitecta consideraba una expresión de la pobreza y la dignidad del pueblo llano con el que estaba entrando en contacto en Bahía- (fig. 10). O el hecho de que los únicos elementos verticales del proyecto -los cuatro soportes- se especificasen en color rojo en el proyecto -aunque no llegasen a pintarse de ese color hasta 1990, tras la caída del régimen militar conservador-, y que surjan y se reflejen en sendos "espelhos" de agua, como la arquitecta los denomina, en los que se proponían además plantas acuáticas (fig. 11).


Fig. 10. MASP en la Avenida Paulista


Fig. 11. "Espelhos" de agua de los que surjen los soportes del MASP

De hecho la vegetación formaba parte integrante del museo, tal como se aprecia en los croquis del proyecto y se adelantaba en la propuesta de São Vicente, introduciéndose en los fondos perspectivos de la plaza (fig. 12) o a través de las fachadas vidriadas de las salas de exposición (fig. 13).


Fig. 12. Parque Tenente Siqueira Campos bajo el MASP


Fig. 13. Vista trasera del MASP tras su inauguración

Así, las dos plantas situadas por debajo de la plaza pública, que aprovechan la diferencia de cota del terreno para tomar luz, también se plantean con ventanas corridas protegidas del sol por grandes jardineras continuas (figs. 14 y 15), con una solución que ya había sido estudiada anteriormente para viviendas particulares (fig. 16).


Fig. 14. Fachadas del cuerpo inferior del MASP


Fig. 15. Sala en cuerpo inferior del MASP


Fig. 16. Estudio para vivienda individual

En cuanto al diseño expositivo, Bo Bardi -que ya había planteado para la primera sede del museo un concepto poco convencional (fig. 17) derivado del "allestimento" de los racionalistas italianos con el que debía estar familiarizada debida a su prolija actividad periodística en ese país- desarrolla para la Avenida Paulista unos caballetes compuestos por un simple panel transparente y un soporte cuadrangular de base (fig. 18).


Fig. 17. Montaje museográfico en el MASP de Rua 7 de Abril


Fig. 18. Montaje museográfico en el MASP

Este concepto presentaba la obra de arte al público de forma directa, rechazando el aura habitual que se les da en las salas al uso, privilegiando su inmediatez y dejando en un segundo plano el título y el autor, todo ello según un orden abierto y desjerarquizado en el que las distintas épocas, estilos, formatos y disciplinas se presentaban en una misma mirada. Dando al público la posibilidad de moverse con libertad por la sala al margen de cualquier discurso culto, de interacturar con el resto del público y con la naturaleza circundante.

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