Fundación Iberê Camargo, "promenades" críticas


Fig. 1. Fachada principal

Alejado del centro de la ciudad de Porto Alegre, dando frente al lago Guaibá (fig. 2), destaca contra la ladera verde escarpada el volumen blanco de la Fundación del pintor Iberê Camargo (fig. 3) construida por el arquitecto portugués Álvaro Siza Vieira.


Fig. 2. Vista del edificio desde el centro de Porto Alegre


Fig. 3. Ciclistas de Iberê Camargo

El edificio (figs. 4, 5 y 6) consiste en un bloque principal que alberga las salas de exposiciones, concentrando el resto de dependencias (un aparcamiento inusitadamente blanco y despojado de instalaciones (fig. 7), una sala de conferencias (figs. 8 y 9), espacios para talleres y cursos, biblioteca, etc.) en una planta semisótano que asegura la conexión de todo el conjunto, disminuyendo su presencia exterior y camuflando estos usos a la vista del público general que acude solamente a ver las exposiciones.


Fig. 4. Planta semisótano


Fig. 5. Planta baja


Fig. 6. Planta segunda


Fig. 7. Aparcamiento


Fig. 8. Sala de conferencias


Fig. 9. Detalle de falso techo de sala de conferencias

De esta planta general sobresale únicamente por encima de la rasante una cuña en planta baja, que se fractura en varios volúmenes irregulares (figs. 10 y 11), conformando las dobles alturas de las salas de talleres y cursos -que de esta manera toman la luz de la fachada sur (austral) trasera, sin la incidencia del sol ni el ruído de la vía rápida frontal- (figs. 12 y 13), y la cafetería en planta baja contigua al atrio del museo pero independiente del mismo (fig. 14) -que a la ventana trasera suma otra en la fachada principal con vistas al lago, anunciándose de esta manera al público-. Estos volúmenes se fracturan generando patios de dos alturas que aportan luz y protección al resto de usos de la planta semisótano (fig. 15).


Fig. 10. Fachada principal


Fig. 11. Salida peatonal del aparcamiento


Fig. 12. Sala de talleres


Fig. 13. Sala de grabado


Fig. 14. Detalle de cafetería en planta baja


Fig. 15. Detalle de uno de los patios

El volumen principal del edificio está formado por una planta baja que alberga el ingreso, el vestíbulo principal y sus usos anejos (recepción, guardarropía, librería) (fig. 16); tres plantas de salas de exposiciones iluminadas por cielos rasos de vidrio retroiluminado (fig. 17); y una planta técnica bajo cubierta que da acceso de mantenimiento a los lucernarios de la planta superior, iluminados naturalmente en este caso.


Fig. 16. Ingreso y vestíbulo (fot. Fernando Alda)


Fig. 17. Vestíbulo mostrando los cielos rasos retroiluminados (fot. Fernando Alda)

El esquema en planta de este volumen -si es que en la arquitectura de Siza se puede hablar de esquema y no vienen las formas complejas ya imbuidas de orden- responde a un rectángulo dividido a su vez en cuatro cuadrantes, de manera que tres de ellos se destinan a salas de exposición, y el cuarto a el vestíbulo en toda la altura y la serie de rampas de comunicación desdobladas en dos tipos: unas curvas interiores y otras poligonales exteriores. La curva sería la forma del recorrido natural entre las salas extremas, mientras las poligonales, surgirían de un hipotético prisma regular achaflanado y tallado. Cada nivel cuenta con una rampa curva, que salva la mitad de la altura, y otra poligonal, que salva la mitad restante, y cuyo orden se alterna en plantas sucesivas (figs. 18 y 19).



Figs. 18 y 19. Rampas curvas interiores acometiendo a planta y a entreplanta alternativamente (fots. Fernando Alda)

Este esquema de rampas recuerda inevitablemente, como ha hecho ver el crítico Kenneth Frampton, al Museo Guggenheim de Nueva York de Frank Lloyd Wright, al Centro SESC Pompéia de São Paulo de Lina Bo Bardi, o más genéricamente a la promenade architecturale corbusierana -de hecho parece haber una cita a Chandigarh en la única ventana oblonga del proyecto- como recorrido funcional y articulador espacial. El proyecto de Siza presenta, frente a Wright, la diferenciación entre los espacios regulares, planos y estáticos de las salas, y los curvos, inclinados y dinámicos de las rampas, sin renunciar a la visión de conjunto que las rampas ofrecen de todas las salas (fig. 20) y la facilidad de orientación que supone el verse recíprocamente el vestíbulo desde éstas (fig. 21); frente a Bo Bardi, las rampas laberínticas provocan una suerte de desorientación temporal e introspección, para regresar al ámbito panóptico de exposición, subrayadas por oposición con pequeñas aberturas que introducen luz y vistas inesperadas del paisaje o del propio edificio (figs. 22 y 23); y en definitiva, frente al recorrido arquitectónico moderno, la complejidad y la contradicción de la arquitectura de Siza y de su forma de interpretar los programas.


Fig. 20. Salas de exposición desde una de las rampas curvas (fot. Fernando Alda)


Fig. 21. Vestíbulo y rampas desde una de las salas de exposiciones (fot. Fernando Alda)



Figs. 22 y 23. Rampa poligonal con ventana al exterior y al interior (fots. Fernando Alda)

Pero al margen del análisis funcional y de las referencias cultas, en Siza no podían faltar la sensualidad de la forma y de la luz: las formas poligonales inclinadas, como talladas en el volumen general, arrojando su sombra sobre la superficie curva (fig. 24) -el refinamiento plástico se lleva hasta curvar ligeramente, sin razón funcional aparente, las terminaciones de los planos rectos (figs. 25 y 26), o quebrar la fachada trasera sobre el acceso de servicio (fig. 27)-.


Fig. 24. Fachada principal y lateral con acceso de carga y descarga


Fig. 25. Detalle de fachada principal


Fig. 26. Detalle de fachada trasera


Fig. 27. Detalle de fachada trasera

No parece casual -de hecho todo buen proyecto no hace otra cosa que resolver de manera sintética una serie de condiciones desfavorables, haciendo parecer que coinciden con naturalidad las circunstancias-, que los rampas poligonales se orienten hacia el norte (austral) para acusar la sombra del sol, o que den frente a la vía rápida existente, de los que aporta protección al espacio del atrio y del ingreso (figs. 28 y 29), y desde la que la plasticidad formal se añade al dinamismo perceptivo.


Fig. 28. Atrio y acceso a cafetería desde el exterior


Fig. 29. Atrio e ingreso entre rampas curvas y poligonales

El edificio se resuelve constructivamente con una estructura muraria de hormigón autocompactable blanco, y la habitual sobriedad y nobleza de materiales de la obra del maestro portugués: tarimas de madera, zócalos de mármol blanco, cartón yeso blanco en paramentos y techos, soluciones de iluminación indirecta con mucha sensibilidad y poca sofisticación técnica, etc.

1 comentario:

  1. Es un fotorreportaje increíble, ha servido de ayuda para muchos trabajos, como no, con copyright!!! Enhorabuena por ello!!!

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