Chandigarh, una plaza para el sol

Tras la independencia y partición de la India británica en las actuales India, Pakistán y Bangladesh, se hace necesario dotar a la parte india de la región del Punjab –cuya cabeza Lahore ha quedado del lado pakistaní–, de una nueva capital. Se baraja la posibilidad de adaptar alguna ciudad existente a la nueva función, pero finalmente se decide crear una ex novo, aprovechando esta circunstancia para materializar los valores de creatividad, innovación, desarrollo y modernidad que los nuevos dirigentes, y especialmente el primer primer ministro de la India independiente, Jawaharlal Nehru, pretenden para la nueva India.
Los tecnócratas encargados, admiradores del movimiento de la Ciudad Jardín de Ebenezer Howard y de las New Towns inglesas, deciden encargar el proyecto a los americanos Albert Mayer y Matthew Nowicki; pero este último muere precipitadamente en un accidente aéreo, lo que obliga a buscar nuevos profesionales para el proyecto, concretamente el matrimonio inglés formado por Maxwell Fry y Jane Drew, que son quienes proponen para el puesto principal a Le Corbusier, ocupándose ellos únicamente de algunos edificios del complejo. De esta forma accidental e indirecta, un encargo inicialmente destinado a arquitectos-urbanistas de ascendencia teórica anglosajona termina recayendo en el maestro franco-suizo, que tratará con poco éxito de incorporar en un proceso de diseño ya iniciado sus ideas más radicales sobre urbanismo en altura, en la línea de sus propuestas para la Ciudad para Tres Millones de Habitantes, el Plan Voisin o las Unidades de Habitación. Así, las ideas preconcebidas de los burócratas sobre el tipo de ciudad a construir y las posturas divergentes del resto de arquitectos implicados, incluida la de Pierre Jeanneret, primo del Corbu y representante en Chandigarh del estudio parisino como arquitecto residente, pesan más que las ideas revolucionarias del maestro, que sólo se materializan en parte en lo que al plan general de la ciudad se refiere, y lo que provoca su desinterés (se puede afirmar que su proyecto de urbanización adoleció de falta de desarrollo) y el que se centre en el diseño del centro adminsitrativo de la ciudad o Capitolio. Esta circunstancia parece además haber provocado un mayor aislamiento del mismo con respecto a la ciudad, incrementándose la entidad de una serie de elementos que los separan, y llegando a afirmar explícitamente Le Corbusier que "la ciudad nunca debe ser vista".

En la decisión de aislar el complejo administrativo de la ciudad debió pesar no obstante, la primera opción barajada para la ciudad basada en varios elementos funcionales segregados, así como el diseño de Edwin Lutyens y Herbert Baker para los edificios gubernamentales de New Delhi, terminados un par de décadas antes, en los que se consigue hábilmente generar un ámbito independiente de la ciudad a través de una terraza por encima del nivel de la avenida principal Rajpath (figs. 1 y 2).



Figs. 1 y 2. Secretariados de New Delhi

El principal interés de Le Corbusier en el diseño del Capitolio, aprovechando el contacto con la civilización india de la que se nutre ampliamente en sus prolongados viajes (se compromete con la propiedad a acudir a las obras dos veces al año durante un mes cada visita) es devolver a la arquitectura moderna la humanidad y la relación con la naturaleza y el cosmos, de la que considera que adolece. Así, un complejo programa simbólico, sobre el que el propio Le Corbusier solicita referencias directamente a Nehru, afecta a todo el diseño, desde la configuración general de los edificios enmarcando las vistas del Himalaya y la campiña india, hasta la inclusión de elementos secundarios o decorativos que hacen referencia directa al sol, a la naturaleza o a los animales, además del diseño arquitectónico en sí, como es habitual en la obra del maestro franco-suizo.
El paraboloide hiperbólico que constituye la sala principal de la Asamblea, que se inspira en las torres de refrigeración de las centrales térmicas, se corona por un plano recto paralelo al eje rotacional de la tierra y otras estructuras (fig. 3), todo ello relacionado con la medición de la posición de los astros, y con influencia directa del Jantar Mantar (fig. 4), un observatorio astronómico situado en New Delhi. De hecho el dispositivo está pensado para poder abrirse en determinados momentos del año en coincidencia con posiciones límite del sol, aportando así el carácter simbólico de relación cósmica comentado.


Fig. 3. Fachada principal de la Asamblea Legislativa


Fig. 4. Jantar Mantar, New Delhi

Parecidas referencias al Sol se encuentran en otros elementos del conjunto, como la Torre de las Sombras (figs. 5 y 6), que se orienta en relación con los puntos cardinales, en diagonal a la plaza principal del Capitolio, o en el esmalte de la puerta principal de la Asamblea, dibujado a mano por el propio Le Corbusier, y en la que se dibujan explícitamente las trayectorias del astro en los solsticios de verano y de invierno (fig. 7).



Figs. 5 y 6. Torre de las Sombras


Fig. 7. Puerta principal de la Asamblea Legislativa

Otro tema frecuente en sus cuadernos de croquis y su obra plástica de aquel periodo es el de los animales míticos indios, y en particular los búfalos y los toros y vacas tan habituales en la India y tan cargados de significado para esta civilización esencialmente agraria, en los que Le Corbusier se inspira para dotar a su obra de simbolismo y que se materializa en elementos tales como la citada puerta ceremonial y se cree está en el origen de la extraña forma que tomó en el último momento el pórtico principal de la Asamblea Legislativa.

También debe valorarse en un sentido simbólico la "Mano Abierta" (fig. 8), especialmente en un periodo de posguerra en el que comenzaba a formarse el Movimiento de Países No Alineados en cuya gestación la India de Nehru, junto a Egipto y Yugoslavia tuvo un gran peso, pero que disturbios raciales con la población sihk impidieron que se construyera hasta muchos años después.


Fig. 8. Mano Abierta

Estas referencias simbólicas se combinan con la utilización de grandes arcadas representativas en las que parecen también haber tenido influencia arquitecturas indias como la típica sala de audiencias (Diwan-i-Am) (fig. 9) de los fuertes y palacios mogoles.
Estos grandes órdenes se disponen frente a láminas de agua que provocan la ilusión de una simetría horizontal que resta gravedad al conjunto (fig. 10), en una estrategia que también puede encontrarse en la obra de Mies van der Rohe.


Fig. 9. Diwan-i-Am (sala de audiencias) en el Fuerte Rojo, Delhi


Fig. 10. Reflejo de la fachada principal de la Asamblea Legislativa

Paradójicamente el contexto geopolítico que provocó la creación de la ciudad, y por lo tanto el elemento nuclear de su programa urbanístico y arquitectónico, es el mismo que, a día de hoy, impide su normal utilización y trunca sus intenciones proyectuales. El Capitolio hoy es un área sitiada, a la que no puede accederse sin los correspondientes permisos oficiales, después de franquear alambradas de pinchos y puestos de seguridad con sacos de arena y ametralladoras y vigilado o escoltdo por militares armados.

La idea regidora del proyecto: un espacio cívico abierto y público que relacione los distintos edificios, no tiene vigencia en la actualidad, debiendo accederse a cada uno de ellos de forma independiente, separados por alambradas y garitas de vigilancia (fig. 11). Consecuentemente, el estado de abandono y desuso de los espacios es notorio (fig. 12).


Fig. 11. Alambrada y garita de seguridad en la plaza principal del Capitolio


Fig. 12. Acceso a la Torre de las Sombras

Además, los esquemas de funcionamiento planteados por Le Corbusier, que privilegiaban las fachadas principales a la plaza como accesos públicos representativos, situando en las traseras o laterales, a un nivel inferior, los accesos secundarios y de servicio, se han visto radicalmente invertidos por la nueva situación. Así, los pórticos principales son ahora lugares improvisados de acceso restringido, de carga y descarga, aparcamiento o descanso del personal, y las terrazas panorámicas, almacenes (figs. 13, 14 y 15).


Fig. 13. Zona improvisada de carga y descarga y descanso del personal en la fachada principal de la Asamblea Legislativa


Fig. 14. Acceso restringido y aparcamiento improvisados en la Corte Suprema


Fig. 15. Almacén improvisado en la terraza panorámica de la Corte Suprema

Aparte de algún que otro doctorando recalcitrante, nadie visita la obra cumbre del arquitecto más famoso de la modernidad, y paradójicamente, es mucho más popular el contiguo Jardín de Rocas (figs. 16 y 17), elaborado de forma autodidacta (y en una primera fase ilegal) por Nek Chand, un desconocido empleado de obras públicas, construido con los materiales sobrantes de las obras de la ciudad; y sus columpios en galerías realizadas con humildes sacos de arpillera (fig. 18), más concurridos que los pórticos monumentales del Capitolio.




Figs. 16, 17 y 18. Jardín de Rocas

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